Recuerdan cuando éramos pequeños y sentíamos que la luna nos seguía. A donde miráramos estaba ahí. Una compañera nocturna que observaba todos nuestros pasos. Yo recuerdo que daba pasitos en la vereda, sin pisar la rayas y, de cuánto en cuanto la miraba para asegurarme que estuviera ahí, viéndome jugar.
¿Cuántos de nosotros le preguntamos a algún adulto por qué? Yo recuerdo que siempre lo preguntaba a diferentes personas. No sé si no lo recordaba o si la razón era que me gustaba fastidiar a la gente. De igual forma no todos querían responderme o quizá no me prestaban atención. Eran épocas difíciles como para resolver mis dudas sobre la luna.
Sin embargo, alguien que siempre me respondía era mi abuelo. Yo siempre podía contar con él. A pesar de todo con lo que lidiaba en aquel momento él siempre apartaba tiempo para mí. Recuerdo mucho a mi yo chiquita caminando con él. Era feliz con mis dos trenzas o mi cola de caballo con la que me peinaba mi mamá, mi chompa amarilla tejida y mi pantalón jean desteñido, caminando de su mano . Solíamos andar por el malecón de Barranco o San Miguel. Siempre iba a visitar a su hermano y a sus otras hijas y siempre yo era su compañía. Terminando la visita íbamos a ver el mar, comer un helado y luego caminar hasta el paradero que nos lleve de regreso a casa. Cuando se nos hacía tarde siempre veía a la luna y le preguntaba por ella.
Su segundo apellido era Luna, siempre me gustó, siempre pensé en cuánto me hubiera gustado que me llamaran así. No solo llevaría uno de sus apellidos si no los dos. Desde niña me di cuenta que su apellido, al ser para mí el materno tendría poco protagonismo, yo quería más. Por esa obsesión siempre veía la luna, siempre preguntaba por ella.
Ahora no puedo dejar de mirarla sin pensar en él. Puedo hacer pocas cosas sin pensar en él. Lamento tanto tener tan mala memoria como para recordar sus respuestas. Tan mala memoria que al pasar de los años incluso voy olvidando como sonaba su voz. Me da miedo terminar por olvidar todo de él. Aún me queda el sonido de sus silbidos y su voz cantando el pío pío mientras me enseñaba a zapatear.
Creo que lo que quiero decir con todo esto es gracias. Gracias por escuchar todo lo que te decía papá, gracias por hacer como si no hubiera nada más importante en el mundo que lo que yo decía. Este mes siempre es difícil. Te extraño como siempre pá.
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