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23 de setiembre


¿Algún día volveremos a salir a la calle sin mascarilla?
¿Cuándo esto pase nos sentiremos seguros? Muchas veces me encuentro haciendo cola en la panadería y veo gente pasar a mi lado, veo niños corriendo por aquí y por allá, y gente haciendo cola en la tienda de al lado, en esos momentos no me siento segura con la mascarilla. Pienso que, tal vez, estar con o sin ella a esas alturas sería lo mismo. Sin embargo, no soy capaz de sacármela ni aunque me esté picando la nariz y sienta que me voy ahogando.
Está terminando el invierno y este año no me senté dentro de una cafetería. No he sido capaz de entrar y quitarme la mascarilla para abrigarme con una taza de chocolate ¿seré capaz alguna vez de volver a hacerlo? Seguro que sí, pero ahora me parece tan lejano la llegada de ese momento.
Siento que el mundo se ha vuelto a dividir en A.C. y D.C. pero ya no es antes y después de Cristo sino del Covid. Quizá la humanidad se sintió así con la Peste Negra o con alguna otra pandemia que aterrorizó al mundo, que lo paralizó, que lo dividió. Quizá esas personas vieron también nítida la línea que divide su pasado, presente y futuro, como un corte que deja cicatriz.
Tengo 26 y por ratos siento que se me acabó la vida, la vida como la conocía o cómo me había adaptado a vivir, quiero decir. A los 25 yo sentía que estaba redescubriendo mi camino, o intentaba hacerlo. Estaba descubriendo cómo caminar, como si tuviera 16 nuevamente y estuviera por elegir la carrera. Ahora siento que debo replantearme muchas cosas, adaptarme otra vez a vivir. Ahora pienso más que nunca en no retroceder en mi decisión de no tener hijos. Solo la vida me lo dirá al final. ¿Cuántos años más nos regalará este planeta? ¿llegaremos a cumplir un siglo más? ¿valdrá la pena que seamos una de las civilizaciones en este vasto universo que sobreviva? ¿llegaremos a otros mundos, otros planetas, otras galaxias? Siento mi espíritu depresivo esta noche y mientras escribo espero que de un rincón de mi mente salte la esperanza que acompaña al ser humano. Estaba leyendo El psicoanalista de John Katzenbbach, pero me di cuenta que no me estaba ayudando con los pensamientos grises con los que estoy lidiando. En las pocas páginas he podido sentir la soledad del protagonista y la indecisión que noto en sus acciones llegan a exasperarme, quizá sea porque me siento reflejada. Mañana será otro día. Empezó la primavera. Es posible que al salir sienta que la mascarilla es una buena barrera para enfrentar un mundo donde da miedo respirar. Mientras la use añoraré el momento en el que nuestras sonrisas puedan ser libres otra vez.

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