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Si es que llegas a esucharme

12 a.m. RECIBÍ LAS 12 FRENTE A ESE MAR QUE VEÍAMOS JUNTOS CUANDO ERA NIÑA. Me llevabas luego de visitar a tus otras hijas, es decir, tu antigua familia. O después de visitar a tu hermano mayor, mi tío Camilo, quien, de los 7 hermanos, era el que más se oponía a ti. Tenía ojos verdes, piel clara y sonrisa mentirosa. Recuerdo muchas de aquellas veces en las que, antes de embarcarnos en un viaje interminable hacia Villa María del Triunfo, me llevabas al malecón de San Miguel. La mayoría de veces era de noche y, aunque todo era muy oscuro, lo cual a esa edad me asustaba, contigo me sentía segura. Hay días en los que aún le temo a la oscuridad, y no solo a la de la noche, sino también la de mi interior.  A veces nos recuerdo a ambos bajando por unas escaleras en Barranco, en verano, caminando hacia la playa y descansando de cuanto en cuanto por ti, por tu corazón débil y tus pulmones de fumador. Tengo algunos otros recuerdos de nosotros en Larcomar, lugar en donde yo estaba parada hace ...

Regresión a una antigua normalidad

Cuando amaneció, vi asombrada la densa neblina. Para mi era el indicio de que, a pesar de ser lunes, no sería un día aburrido. Al final de la tarde me sentía aliviada, era hora de salir de la oficina y ya tenía más de 50 soles en mi cuenta bancaria. Los días de pago son los mejores. Me despedí rápido de las personas que aún estaban concentradas en sus computadoras y caminé muy rápido hacia el BCP a espaldas de mi trabajo. Repasé en mi mente la lista de cosas que debía pagar.  Después hacer algunos cálculos mentales, transferir y retirar un poco de efectivo abandoné el banco rumbo al paradero. Caminé despacio con la vista pegada al suelo. Disfrutaba del frío escuchando a todo volumen Tormento de Mon Laferte.  Subí a la 148 y me acomodé en uno de los asientos del medio. Miraba por la ventana mientras mi mano buscaba dentro de mi cartera mi monedero. Nada. Por un instante sentí miedo de haberlo perdido al salir del banco. Empecé a buscarlo ahora también con mis ojos. El cobrad...

Volvernos a encontrar

Te vi y te extrañé. El otro día mis ojos te reencontraron y mi corazón se estremeció. Han pasado ya varios años desde la última vez que estuvimos frente a frente. Sentí como todo este tiempo sin verte se me vino encima como las deudas a fin mes, de un solo golpe y de manera dolorosa. Me di cuenta de cuánto extraño lo que solíamos ser. Me parecía una coincidencia increíble  que la luz roja de un semáforo al frente de la PUCP te pusiera de nuevo frente a mí.  Llevo años pasando con el carro a la misma hora por ese mismo lugar, y después de tanto te vine a encontrar.  Sonreías, eso me alegró. Se me detuvo por una milésima de segundo el corazón. En esa pequeña fracción de tiempo se metió en mi cabeza la loca posibilidad de sacar mi mano por la ventana y pasarte la voz. Pero, ¿y si no te alegraba volver a verme? Quizá no me reconocerías. Quizá las personas que te acompañaban se preguntarían quién soy yo. Quizá, después de tantos años, tú no tendrías una respuesta a esa pregu...

Los adioses

Hoy perdí mis audífonos saliendo del trabajo. Subí a un carro que estaba casi lleno, me tuve que sentar en el asiento reservado esperando no quedarme dormida para poder ver si alguien que lo necesita sube, aunque sinceramente esperaba que no suba nadie que lo necesite. Mirando por la ventana me puse a pensar que quizá hoy fue una mala elección no traer el último libro de Jojo Moyes que estoy empezando a leer. En la mañana, antes de salir, me dio pereza cargar tanto peso en la pequeña mochila que llevo al trabajo. Soy floja y luego me arrepiento, siempre me pasa. Pienso en el libro. Está ambientado en la segunda guerra mundial y la protagonista aparece en otro libro de la misma autora como parte de otra historia, una más feliz, diferente, como si ella fuera otra persona y la que narra esta nueva historia está distante a la otra, ella misma lo narra y me hace sentir que si se mirara en un espejo no se reconocería. Mientras pienso en la historia, en la protagonista, en que mejor...

Sabor a navidad

Le envío un mensaje avisándole que ya llegué.  A los pocos segundos me abre la puerta —Llegaste rápido—. Yo sigo viendo la pantalla de mi celular — El chofer de mi carro manejaba como loco— le respondo Entro a la casa y dejo mi pequeña maleta negra sobre las escaleras que están a la izquierda de la entrada. Veo sobre la mesa del comedor la laptop hp rosada que usa para trabajar.  En la mesa están dispersos una cantidad de papeles arrumados y lapiceros de colores. Camino hacia la sala y me tiro encima del sofá más largo. Mis pies chocan con dos cojines que parecen más bien almohadas viejas. La televisión de la sala está prendida en el canal de Investigation Discovery.  Él me alcanza el control remoto antes de que yo se lo pida. Empiezo a presionar los números al azar. —Tienes hambre— me pregunta levantando su ceja, como esperando alguno de mis inusuales antojos, pero estoy muy desanimada como para comer. —No— Respondo rápido y sin dudar—...